Pilotos, moteros, el Duke´s Pass y Campbeltown

En mi primer post de Escocia, os hable de que no me consideraba motero. Cuando salí del Woodcockfaulds House aquella mañana, pensé que tenía una ruta muy motera, y eso me entusiasmaba. ¿Soy motero? Volví a pensar en el casco mientras me dirigía al Duke´s Pass. Creo que por fin lo he entendido.

Ciertamente no siento lo mismo sobre una moto hoy que hace diez años. No siento lo mismo en una moto de cross, que en una Harley. Parece obvio, ¿verdad? Pero dejad que me explique.

Debido a mi profesión, he tenido que leer varios trabajos de psicología, la mayoría de ellos aplicados a los mercados financieros. El más famoso de ellos es quizás el libro del premio Nobel Daniel Kahneman, Thinking fast and slow. Pensamiento subconsciente y consciente, primario y secundario… muchos autores han hablado de lo mismo con diferentes nombres pero todo esto viene a decir que los humanos somos capaces de tomar decisiones sopesando la respuesta más apropiada mediante un pensamiento lento y consciente, pero también somos capaces de usar el instinto, el pensamiento subconsciente. El pensamiento subconsciente surge sin que sepamos muy bien de dónde viene y como su nombre indica no somos conscientes de él. Un ejemplo de lo segundo son los reflejos de un bateador de baseball, o… un piloto de carreras.

Cuando yo corría carreras de motocross, recuerdo que mi cerebro se desactivaba de manera súbita. No era yo el que corría, era un ente dentro de mi el que se divertía y reaccionaba a los baches, las piedras, los saltos, corregía la moto cuando resbalaba, tomaba una decisión de saltar por la derecha o por la izquierda…. La sensación de no ser consciente era muy real. No era mi consciente el que hacía todo eso. Mi consciente aparecía una vez acabada la acción. Durante la acción, era otro quién conducía.

¿Cómo puede Guy Martin conducir a tales velocidades en la Isla de Man? Entrenamiento. El subconsciente se entena, tanto como el consciente cuando estudiamos. La conducción deportiva, las motos de carreras de cualquier tipo, se conducen con el subconsciente y aquellos días en los que el cerebro consciente funciona (algo nos preocupa por ejemplo) es mejor no cogerlas.

Los moteros sin embargo, puede ser que conduzcan con el subconsciente pero emplean el consciente en todo momento. Uno piensa en el casco (como voy haciendo yo de camino al Duke´s Pass), disfruta del paisaje, algunos de vosotros escucháis música o incluso habláis con vuestro acompañante. Vuestro consciente está ahí en todo momento, no desaparece. El motero es un ser consciente y pensante. El piloto no. El consciente no gana carreras y el subconsciente se aburriría en un viaje. Esta es la diferencia fundamental entre los moteros, y los pilotos. Y yo ahora, estoy haciendo de motero.

La carretera que lleva al Duke’s Pass desde el norte es simplemente la carretera más divertida que yo haya hecho nunca. Ha sido construida sobre un terreno irregular, y las continuas subidas y bajadas se mezclan en las curvas haciéndome disfrutar como un niño. La Harley es algo torpe, no tiene la agilidad de una R, pero tampoco la de una GS. Es un trozo de hierro testarudo que a mí me divierte y me hace sentir bien.

La carretera que precede al Duke´s Pass desde el norte es una de las más divertidas que haya hecho en mi vida

Tras la montaña rusa la carretera trepa hasta el Duke’s Pass, un paso de montaña como otro cualquiera, y al bajar empieza a llover. Me paro en Loch Lomond, uno de los lagos más bonitos que haya visto en Escocia, y hablo con unas chicas de Newcastle. Madre, hija y nieta se divierten en el lago a pesar de la lluvia, me siento con ellas sin importar que llueva y es entonces cuando deja de llover y conversamos. Fiona, que así se llama la abuela, ha sido diagnosticada de cáncer y cien cosas más por lo que ha decidido pasar el mayor tiempo posible con su familia, en la naturaleza. Llevan una caravana destartalada y muy desordenada pero parecen muy felices. El padre de la nieta parece estar desaparecido también, pero no importa. Viven más tres juntas en Newcastle, y exploran las tres juntas viviendo la vida según se va dando. Mientras me invitan a un café me doy cuenta de cuán común es esta escena hippie en Inglaterra. Cuando pensamos en el inglés como alguien más serio que el hombre mediterráneo nos equivocamos, y mucho. En la mayoría de los casos los ingleses viven de forma desordenada, despreocupada, ejerciendo trabajos simples aunque bien pagados, bebiendo como bestezuelas sin control en el pub de la esquina y viniendo en casas con moqueta de aspecto espeluznante. Eliminemos el mito, señores: Inglaterra no es Londres, ni Londres es Inglaterra.

Tomando un time-lapse en el lago Lomond

Cuando vuelve la lluvia recojo mis bártulos y me voy, poco a poco viajo hacia Campbeltown. Recorro montañas, lagos y pequeños pueblos, todo precioso e inundado de agua. Voy calado y estoy contento, lo daba por hecho y no me preocupa. Es precioso y lo disfruto y así poco a poco voy llegando a la península de Campbeltown. Cojo la carretera del este y me encuentro con un camino asfaltado por el que no caben dos coches, rodeado de selva y con grandes masas de agua y montaña como fondo. Es impresionante, precioso. Que puedo deciros, es de los lugares más bonitos que he visto en mi vida. Deja de llover y noto un clima más cálido: la corriente del Atlántico golpea está península trayendo aguas calientes desde el Caribe. Parece el paraíso y al llegar a Carredale soy el hombre más feliz del mundo.

La estrecha carretera que lleva a Carredale por el norte parece una jungla…
… y las vistas son espectaculares

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