Preparando la Pamir

Tras visitar Bukhara he pasado dos días un poco complicados. El té al que me invitó Habib me enfermo y todo lo que comía lo vomitaba al instante, incluida el agua o las pastillas para la diarrea. Eso me debilitó enormemente, mis brazos tiritaba cuando hacían algún esfuerzo y al emprender el viaje desde Samarcanda me sentía algo mareado. Davide llevaba unas pastillas de potasio y pastillas de vitaminas que fui chupando poco a poco. Eso fue lo primero en entrar en mi cuerpo. Me di cuenta también que podía injerir agua si lo único que hacía era mojar mi boca con ella. Así poco a poco, fui añadiendo frutas como sandía y melón (que aquí abundan), zumos (que venden en cada tienda) y al final al llegar a Dushambé, la capital de Tayikistán, pude tomar una sopa.

La frontera entre Uzbekistán y Tayikistán nos esperaba a unos pocos kilómetros de Samarcanda. Es una frontera nueva que se ha abierto recientemente por lo que no tenía mucho tráfico. Tardamos hora y media y si hay algo que nos retrasó aquí fue la típica conversación sobre fútbol de la que nunca tengo ni idea. Empiezan a enumerar jugadores del Real Madrid y yo sólo me se tres y uno de ellos que se acaba de ir a la Juventus.

Tayikistán nos recibía tan caluroso como Uzbekistán pero mucho más montañoso. Entre aquellas paredes verticales de roca desnuda corrían ríos de agua negra que bajaban salvajemente la montaña arrancándole su color. Bienvenidos a Tayikistán, el país de la montaña.

Paramos en varios pueblos en los que el calor era insoportable, las rocas parecían las paredes de un horno dispuesto a fundirnos. El asfalto era bueno y podíamos rodar con libertad.

La gente nos saludaba desde todas las esquinas, parábamos y nos pedían fotos, tantas como en Uzbekistán. La diferencia es que estás gentes parecían pobres, aislados entre las montañas y sin un buen aseo. Sin embargo sonreían tanto como los uzbekos… o quizás más.

Entre aquellas carreteras de montaña vimos un desvío, un puente de metal oxidado que nos llevaba a Iskanderkul, el mítico lago en el que el presidente (omnipresente al igual que el ex-dictador de Uzbekistán) pasa sus vacaciones. Lo habíamos pensado, ¿por qué no?, dijimos. Fue una gran decisión. Empezamos a escalar por las montañas por unas carreteras que más bien parecían caminos de cabras. La escenografía era escalofriante, preciosa. Era el típico paisaje tayiko de roca desnuda y bañado por un río negro o azul. Este era azul, azul celeste y bajaba con violencia.

El camino acababa en lo alto de las montañas de donde veíamos manar ese agua azul celeste. Nos acercamos, empezamos a rodear aquella masa de agua y la vista era preciosa, de esas que solo se ven en los reportajes de la dos. Pero estaba ahí, justo enfrente.

Iskanderkul es uno de los lugares más turísticos del país, según nos dicen, aunque tan solo se ven un par de campings en una orilla artificial que aún están expandiendo y la casa del presidente en la orilla opuesta (la parece bastante austera desde donde la vemos).

Descansamos y marchamos a Dushambé, la capital de Tayikistán. Para ello tenemos que deshacer el camino andado hasta Iskanderkul, y cruzar el túnel de Anzob que algunos han llamado «túnel de la muerte».

El nombre es una verdadera exageración. El túnel de Anzob es un tunel que cruza las montañas del norte de la capital tajika, pero si es cierto que no es un túnel cualquiera. Son cinco kilómetros de túnel en línea recta, estrecho y de dos carriles, poco iluminado y muy poco o nada ventilado. Todo ello hace que el túnel no tenga apenas visibilidad, pues las luces se reflejan en el polvo que flota en su interior. Además es problemático en caso de accidente (nosotros vimos uno dentro aunque por suerte estaba en el carril contrario). A pesar de todo, cabe decir que el túnel ha sido asfaltado hace cosa de un año y ya no presenta los agujeros que presentaba antes y que lo hacían tan famoso.

En pocos kilómetros y por buen asfalto, después de cruzar una zona llena de porsches y BMW llegamos a Dushambé. La capital parece un punto medio entre Tashkent (moderna) y Bishkek (pura ciudad de la estepa) pero con la particularidad de que aquí hay más marcas de coches que en su vecina Uzbekistán, más gasolineras y más artículos en las tiendas.

Dormimos en el famoso Green Hostel, donde se reúnen todos los viajeros que planean emprender la aventura de la Pamir, contando historias y compartiendo información sobre la ruta. Hemos llegado a la base para comenzar la carretera del Pamir.

Una respuesta a “Preparando la Pamir

  1. Madre mía el puñetero té…me meo dd la risa, pero tu eres un valiente y puedes con todo!!!!
    Pepe,Marcelo,Isco o De Gea son algunos dd los jugadores del Madrid, aprendetelos para dar conversación, dd nada… ajajajajja un besito!

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